EL TÍO MAKAR
EL TÍO MAKAR Vinieron los soldados a la aldea y, como no entendíamos nada, los recibimos con sonrisas. Ellos dijeron: «Tenemos órdenes». Nuestros padres buscaron al alcalde. Iban gritando mucho. Dos días después, el alcalde nos reunió en la plaza y dijo que había protestado con todas sus fuerzas. Ahora parecía otra persona: tenía bastón, el rostro lleno de moratones y apenas podía mover un brazo. El alcalde nos dijo: «Los soldados tienen órdenes», se le escaparon dos lágrimas y algunas mujeres empezaron a secarse los ojos con el borde de sus faldas. El alcalde añadió: «Moscú necesita nuestro trigo». Miré a mi alrededor y vi llorando a mi madre y al tío Makar. Mi padre… no sabíamos dónde estaba. «¿De qué vamos a comer, Dios mío? —pensó la madre—. No nos pueden hacer esto… Si se llevan toda la cosecha, no podremos sobrevivir; mi hijo, el pobre, va a morir de hambre. ¿Cómo voy a permitir que mi hijo muera de hambre sin hacer nada? ¿Qué hemos hecho nosotros para que el...