EL CHINCHÓN
EL CHINCHÓN —¿Qué haces tú aquí? Al entrar en el piso se dio cuenta del bolso de Carla y preguntó en voz alta antes de haberla visto siquiera. —No pareces borracho. ¿Hoy no te has emborrachado? —dijo Carla, desde el sofá, sin levantar la mirada del móvil. Él arrugó el entrecejo y se quitó el chaquetón. Al entrar en el salón y ver a su hermana, ya iba enseñando la mancha de vómito que le bajaba por el pecho. Era marrón y estaba reseca. El olor era inconfundible. En lugar de intentar disimularla, se quitó el jersey con rabia y lo tiró al suelo. —¿Ahí lo vas a dejar? —preguntó ella. —¿Y a ti qué más te da? Estoy en mi casa. —Eso no es exacto... —¡Vete a tomar por culo! ¿Te he dicho alguna vez, en los últimos tres años, que lo que tienen que hacer todas las hermanas mayores del mundo es irse a tomar por el culo? Carla, muy en su papel, levantó la mirada y se quedó mirándolo a los ojos, como hacía su madre hasta que murió. Al joven le dolía que su hermana le...