SIEMPRE HA SIDO MEJOR QUE TÚ
SIEMPRE HA SIDO MEJOR QUE TÚ Cuando se quedó en el paro, su hermana Marta consiguió que su padre, el viejo tacaño, despidiera al cuidador y contratase a Alberto. Le pagaba una ridiculez por empujar su silla de ruedas a todas horas y adelantarse a lo que pudiera necesitar: —¿Quieres otro vaso de leche, papá? ¿Te traigo una manta para que estés más calentito? Alberto le sonreía, pero lo odiaba. Veía su cara de desprecio por no haber sabido conservar a su mujer: —Tu hermana siempre ha sido mejor que tú —le repetía—. Además, su marido, Nico, también te da cien mil vueltas. Entonces se reía para humillarlo: —Algo le dará ese muchacho; algo que tú no le darías a tu esposa —le decía—. Si no fuera porque Marta me convenció, ahora estarías en las colas del hambre, que es donde deberías estar. Alberto se salía entonces a la terraza y calculaba que, desde la sexta planta, tardaría en caer unos dos o tres segundos. Quizá menos. —Tengo muchas deudas, Mar...